
Hace un siglo ya el hombre comenzaba a convivir con artilugios que podían lograr un incomparable prodigio. Por mucho tiempo se habían escrito laboriosas piezas musicales y cantos memorizados ancestralmente mediante la tradición oral. Ahora era posible tener un artefacto, que mediante la incorporación de energía podía reproducir música. Esto que parece tener un avance técnico guardaba otro enlace aún mayor, un alcance de relevancia trascendental, porque la música no es un mero color que tiñe ciertos momentos sino que se relaciona directamente con el alma, con lo vivido, de un modo que incluso mueve las emociones humanas, el pensamiento y la consciencia. El hombre ahora podía con mayor facilidad reproducir música y sonidos del pasado, incluso estando solo. Ahí hay otro detalle trascendente, el hombre que había vivido por millones de años cómodo ante el monumental y cósmico silencio, en el que podía danzar con su pensamiento con comodidad, y conversar y encontrarse con Dios, ahora veía un muro, un cubo dentro del cual habitar y sacudirse ese silencio que ahora, y cada vez más le pareció monótono, aburrido o lo que sea. Eso ya hace más de cien años. También aparecieron nuevos avances, en los que ya no era necesario soñar con lo que la música evocaba, sino que el sueño mismo, las imágenes y las historias comenzaron a ser presentadas frente a nosotros en imagen. Luego vinieron cadenas de generaciones que han soñado con ser las estrellas de esas películas, luego de esos videos y hoy el "voluntarioso" ingenio humano ha desarrollado la capacidad de mejorar el sonido, las imágenes y hacerlas portables, para que cada vez más puedas ser ese protagonista, y en las calles actuales anda con auriculares enormes en la cabeza para sentir que vive en una producción de estudio, buscando el tan ansiado éxtasis prometido por la tecnología, el cine y los deportes extremos y viajes de aventura. Tan lejano del silencio... ese silencio en el que nos sentíamos tan cómodos antes de querer ser estrellas, esa soledad que no nos dolía, en la que podíamos escuchar nuestro corazón y nuestros pensamientos con una sonrisa, en la que podíamos orar sin incomodidad.
Eso no es suficiente distancia para la tecnología que hoy tiene una nueva promesa, interconectividad permanente, grupos y chats que todo el día te tienen notificado, todo el día alerta, todo el día pendiente del adminiculo, películas, música, conciertos. etc. etc. Eso no es todo, ahora la programación de 1000 canales, la internet que dice ser infinita ya no es suficiente, promete ahora algo nuevo, realidad virtual y compañeros permanentes bajo el nombre de "asistente", las compañías ya le han puesto nombres de seres humanos.
Hace poco el neurólogo Thomas Südhof premio Nobel de medicina advertía de los riesgos graves a la salud de el cambio de vida al que nos cometen los artefactos tecnológicos y la interconectividad al vivir en constante alerta, un estado muy lejano de lo natural, el estado en el cual fluye nuestro ser en forma saludable. Eso y lo nuevo, la búsqueda por vivir otra vida dentro de una red o una máquina, el hecho de tener compañía constante, esa dependencia que muchas vivieron quienes tenían un gemelo ahora se hará global, y no con un ser humano, sino con uno que "no existe", que simula emociones y que nos presenta una cara falsa, simulada, pero que buscará convencernos de lo contrario, y al cual creeremos a pesar de conocer la verdad. A eso queremos "avanzar"?, a qué distancia nos arrastrará de la simpleza, del silencio y la paz con nosotros mismos y lo trascendente?
P.D. Nos llama a sumergirnos en esos metales pulidos, cristales de última generación, con colores y definición 4k, para olvidar el polvo, la enfermedad, la guerra, la pobreza producto de la injusticia, una que necesita ser combatida partiendo en cada uno, pero que para ello se requiere oración, la consciencia, el tiempo y la voluntad que misteriosamente cada vez se hacen más escasos en la sociedad, un siglo después.
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